sábado, 19 de noviembre de 2011

UNA HISTORIA DE VERDAD…

Aún recuerdo mi primer día de profesora, presentaba mis prácticas para poderme graduar de técnica en preescolar, aún no sabía nada del maravilloso mundo de ser docente, tampoco sabía si ser profesora era lo que quería, estudie eso por estudiar, lamentablemente, pienso que eso le sucede a muchos de nosotros, pero en fin, me arriesgue..
En verdad tuve una jefe y unas compañeras que eran ángeles y me formaron como soy, en ese momento aprendí que ser maestro no era hacer las mejores manualidades, sino hacer las mejores obras, creaciones con esos niños.
Fue difícil, no lo niego, tener a mi cargo esos bebes fue complicado, pero me fueron envolviendo con su ternura, eran 11 niños entre 1 y 2 años, sus risas eran maravillosas, sus muestras de afecto por mi eran aún mejores y en poco tiempo ya sentía que los adoraba. Después de mis prácticas, la Directora del jardín me ofreció trabajo, empecé a sentir que había acertado en la profesión que había elegido.
Al ir transcurriendo el tiempo, sentía que amaba más y más mi carrera, aunque ya no tenía mis bebes, tenía a mi cargo unos niños maravillosos que me enseñaron poco a poco a descubrir las verdaderas maravillas de la vida, como una sonrisa sincera, un abrazo, un buen chiste.
Día a día me doy cuenta que esta es la mejor profesión, que yo tengo en mis manos la capacidad de formar y transformar vidas, unas vidas inocentes, que en mi poder está crear el amor por la vida, por el mundo y por muchas cosas más.
Pero lo más bello de todo es que mis alumnos también me enseñan a ver la belleza en las sencillas cosas del mundo, cosas que de pronto para los adultos no significan nada.

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