lunes, 29 de agosto de 2011

...GRANDES LECTORES......

…..GRANDES LECTORAS……
No son los muchos los recuerdos que tengo en mi mente de aquella etapa inicial en el colegio. Lo poco que se porque me lo ha contado mi madre es que desde muy pequeña entre a un jardín que se llamaba “los bulliciosos”, pienso que en lo más profundo de mi mente tengo un recuerdo, pero no se atreve a venir del todo a mi memoria.
Después de esta etapa, cuando ya debía ingresar al colegio, fue al “Gimnasio Manuela Beltrán”, de allí tengo más imágenes y aunque son recuerdos leves también son muy gratos.
Recuerdo que mi primera profesora se llamó Mariela, tengo la imagen en mi mente de sus grandes gafas y de sus faldas largas, aunque tenía un aspecto de seriedad, no lo recuerdo muy bien, pero de algo estoy segura es que me consentía muchísimo, como la mayoría de profesoras de esa institución, tenía buenas profesoras y buenos compañeros, me sentía feliz cada día de llegar allá y compartir con esas personas que me demostraban su aprecio.
No sé en qué momento aprendí a leer, mi madre dice que cuando tenía seis (6) años me escuchó que leía muy rápido y se acercó a ver el libro, a mirar si en verdad yo leía o simplemente estaba imaginando y en efecto yo leía, en el colegio siempre ganaba el segundo puesto, y las profesoras aclaraban que era por mi indisciplina que no podía llegar al primero, pero la verdad no me afectaba, prefería molestar en el salón de clase.
Cuando estaba en segundo grado, nuestra profesora se enfermó gravemente, motivo por el cual dejó de asistir mucho tiempo y nos cuidaba la profesora de tercero, era  La profesora más joven  y la que más me consentía, recuerdo que no nos hacía clase, en cambio me ponía a leer para los dos cursos todo el día, un día mis compañeros, pienso, que cansados de solo escucharme leer en el día estaban distraídos y uno se volteó a hablar con el niño de atrás; la profesora se puso furioso y lo pasó a leer. Después le llamó fuertemente la atención diciéndole que ya que él no sabía leer por lo menos escuchara. Eso  me halagaba bastante, yo, leyendo mejor que los niños de tercero, eso era maravilloso.
Otro recuerdo que siempre he tenido en mi mente era la cantidad de libros de historietas que me compraba mi mamá, yo me las sabía de memoria,  leía demasiado, en la casa me llamaban “Leidy sin tornillos”, porqué me gustaba leerles las historias de Ciro sin tornillos a todos los inquilinos de la casa.
Ese mismo año, llamaron a mi mamá del colegio, para una autorización de traslado al siguiente nivel, las profesoras viendo mi nivel de lectura y mi comprensión decían que yo era capaz de superar ese nivel, sin embargo mi madre no dejó, decía que era mejor que yo atravesara cada una de mis etapas y seguí en segundo aunque la profesora de tercero en ocasiones me llevaba al salón de ella a que le leyera a sus alumnos.
Así transcurrieron  los años; hasta tercero estudié en ese colegio y después por circunstancias de la vida resulté estudiando en un colegio distrital  llamado “nuestra señora de la sabiduría”, aunque también tuve una excelente profesora, el nivel académico baja muchísimo, puede ser por la cantidad de estudiantes, pero la exigencia no es la misma, hay demasiado desorden y demasiado tiempo libre, pero ahí también fui muy feliz. Obtuve la medalla de danzas, descubrí mi parte artística y fue sensacional.
Al ingresar al bachillerato, encontré profesores de toda clase, a los que más recuerdo es a Hernando, mi profesor de trigonometría y a Carlos, mi profesor de física; las reflexiones que nos hacían referentes a educación son, una de las razones por las cuales estoy hoy finalizando mi carrera, son los mejores profesores que he conocido, con un gran intelecto, son unas excelentes personas y aprendí muchísimo con ellos.
Aunque también recuerdo muchísimo a mi profesora de Español de noveno (9) grado, me decía que yo era capaz de dar muchísimo más, que era mi indisciplina y mi desinterés lo que no me permitía  avanzar, recuerdo tanto que me puso a leer “El caballero de la armadura oxidada”, aún tengo ese libro en mi cabeza, fue el primer libro de autoayuda que leí, removió tantas cosas en mí, me hizo pensar acerca de lo que estaba haciendo con mi vida, hace rato no leía algo con tanto interés como ese gran libro.
Así me fui interesando por los libros de autoayuda, después me leí “aprendiendo a quererse a sí mismo”, también fue genial y cada vez me gustaban más; ingresé a mi biblioteca la colección del escritor de “juventud en éxtasis”, absolutamente todos sus libros los leí, desafortunadamente los presté por causar sensaciones parecidas a las mías, pero ninguno volvió a mi poder. En ese momento descubrí  que un libro es un tesoro que no se puede dejar ver de cualquiera; también leí la colección de Walter Rizo, algunos de Osho aunque no me gustaron tanto como los de los autores anteriores.
Así se volvió una costumbre leer cada noche antes de dormir, por lo general mis libros de autoayuda, aunque algunas veces se colaba una que otra novela como el túnel, la rebelión de las ratas, pero se hizo un buen habito leer cada día, es como un alimento para el espíritu. La lectura te hace pensar, reflexionar acerca de situaciones del autor que se relacionan con tigo, aunque sea en una mínima cantidad.
Cuando entre a la universidad, ya me enfoque en los libros de la carrera, aunque aún a esta etapa del camino se me hacen complejos, pero trato de disfrutarlos al máximo, a mitad de carrera sucedió lo más hermoso de mi vida, quedé embarazada y tengo una hija preciosa. Desde que nació trate de integrarla en el mundo de la lectura; le canto rondas y le leo cuentos, ella aún no está en el jardín, pero ya tiene un álbum de trabajos como toda una estudiante de preescolar. Su papito y yo constantemente le regalamos libros con sonidos musicales, de princesas, cosas que le llaman la atención y aunque es muy difícil por cuestión de tiempo y obligaciones, tratamos de compartir todos un momento de cuentos, por lo menos tres veces a la semana.
Deseo que mi hija sea mejor lectora que su padre y que yo, que encuentre ese mundo maravilloso y fascinante como lo es la lectura.

                                                                                 Escrito por Bibiana Bedoya.